domingo, 30 de septiembre de 2012

Simplemente

Sin prolongar la espera, alargó la mano, cogiendo todo aquello que quería.
-¿Que es lo que quieres, bella dama?
-Lo que en vos habita.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Relax....


Un viaje, dos, tres... la cuenta nunca puede terminar. Quiero aprender, sentir, vivir. Quiero sacar todo lo que hay en mi. Es difícil romper el cristal cuando esta brindado. Brindada mi alma... yo brindo por un futuro venidero. Por la fortuna, por los afortunados.
Caminar por caminar no tiene sentido; pero a veces encontramos lugares que no esperamos, solo caminando. Esos son los que, por gracia divina... o simplemente por casualidad, nos llevan a lo que realmente somos.
Yo no creo en las casualidades, pero tampoco impido que el viento me meza en su suspirar.
Fuerte o dura. Da igual como sea la tormenta si superarla nos ayuda a entenderla. Si superarla lo vemos como un reto, no como un castigo.
¿De que hablo? ni yo lo se. ¿A donde voy? donde mis pasos me guíen.
Pero me siento sedentaria... aun me queda mucho. Siempre hay tiempo de todo en la vida y ahora es mi momento de cultivar la mente.
Aun no estoy preparada... y es que tengo tanto que aprender... tanto que descubrir aun... no veo el momento en el que pueda dejar de aprender; ni quiero hacerlo.
Quiero saberlo todo, y escribiendo parece que no se descubre nada.
Claro que se descubre, me descubro a mi misma... Por que todo esto no es más que conocerme, cuando escribo realmente me escribo a mi. Dialogo, pienso y me contesto, divago... me distraigo con el sonido de las teclas y razono la incoherencia.
Aun me queda tanto... con ganas de vivirlo todo, y entristeciendome por que no todo lo podre abarcar con mis brazos.
No, no me mueve la codicia, me mueve el deseo, la pasión, el placer de sentir algo nuevo. Y es que desde nací no puedo dejar de pensarlo. Mirar todo lo que me rodea.... tumbarme para que no vea, yo me seguiré incorporando.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

El arte es...

Ey, ¿quieres saber un secreto?
La pintura es uno de los más grandes artes. Nos llena los ojos de color, sentimos casi la pincelada del artista, la textura, ya sea suave o rugosa. Podemos contemplar que, de la nada, surja una obra que llegue a emocionarnos.
Pero lo que vemos no es lo más poderoso. Por encima de eso está lo que sentimos, y lo que sentimos lo recibimos a través de todos los sentidos que penetran dentro de esa bomba en funcionamiento.
¿Qué es, entonces, el más puro sentimiento? Nuestro intelecto.
¿Y el arte más consagrado? La imaginación. En ella podemos ver lo que nadie más ve, y eso nos hace únicos poseedores del arte.
Un libro no da estimulación visual, como una pintura, tampoco como una buena comida que escita nuestro paladar, o un saxofón solitario entonando las más bonitas notas. Pero propulsa eso que tan preciado es, crea en cada uno de nosotros una imagen, una sensación. Crea caricias, crea sentimientos. Los libros van más allá que cualquier pintura.
Si es verdad que más vale una imagen que mil palabras. Pero no caemos en la cuenta de que cuando leemos, no solo vemos palabras, sino cientos de imágenes fragmentadas en cada sílaba, en cada vocal y consonante, en cada sentido de cada frase.
Y es por eso, por lo que la escritura tiene su puesto tan álgido en el arte. Y es por eso por lo que me subordino a la gran estimuladora de la imaginación. Que no solo se basta con lo ya contado, sino que aspira a lo que falta por contar.

Historia (continuación 2)

Sentada en su cuarto Ella pensaba, meditaba sobre sus sentimientos. El mundo le decía: no es correcto. Pero la corrección no era lo que la importaba, el mundo era lo que menos la interesaba ahora. "Que le den al mundo" se dijo a si misma, pues su desasosiego era producto de un palpitar verdadero. ¿Que importaba lo que dijeran? no la importaba pero, se preguntaba qué pensaba La Mujer de todo esto.
Su mirada seguía penetrante, una noche soñó con poder tenerla. No recordaba bien el sueño completo, pero si que estaba Ella y La Mujer juntas, mirando se fijamente a los ojos y a unos centímetros de distancia. En el suelo, escondiéndose de todo en un lugar oscuro. La Mujer la miraba, no sabía si con deseo, tampoco si con miedo o desconcierto, pero que la mirara ya era mucho más. Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse el sueño terminó, y se encontró sola en su cama, sola entre el silencio. Y maldijo a los sueños por ilusionarla, y maldijo a los sueños por no dejarla terminar.
El silencio se hizo en su habitación y su mente comenzó a divagar. Recordaba haber conversado con ella. Las palabras banales llenaron esas conversaciones, una y otra vez lo intentaba pero... no podía, era como una fuerza superior. La Mujer era silenciosa, aparentemente poco habladora y Ella, por el contrario, hablaba hasta que el silencio ya ni existiera. Trataba de agradarla con cada tema que surgía, trataba hacerla reír  encontrar algo en su sonrisa que la diera la señal. Había veces en las que las miradas se cruzaban y Ella juraría que... veía algo, no sabía qué. Se estaba volviendo loca, bueno, en realidad no pero si que su mente era un caos. Quizás el deseo la hacía ver cosas donde no las había, y eso la avergonzaba en demasía. Temía,  era una mujer fuerte pero temía por el rechazo, por no obtener el resultado esperado. Por eso continuaba con palabras vacías. A veces repasaba las conversaciones y... solo podía esconder la cabeza del bochorno. Rememoraba aquellas palabras y algunas no tenían sentido, sentía vergüenza y miedo por que La Mujer la considerara poca cosa, estúpida o que si, en algún mundo paralelo, por alguna casualidad del destino, La Mujer tuviera un mínimo interés en Ella, por lo que dijera o hiciera se perdiera por completo.
Temía no ser correspondida, temía tanto que se sentía mal, cobarde.
No lloraba, pero tampoco reía, solo la miraba en fotos si no podía hacerlo en persona. Era su mejor pasatiempo.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Historia (continuación 1)

¿Por qué? pensaba Ella. Quería acariciar sus piernas hasta que se desvanecieran entre su vestido. La sentía tan fría, siempre tan lejana.
El primer día que la vio sus ojos brillaron. No de admiración, ¿para que negarlo? fue de lujuria controlada. Se acerco a La Mujer, se saludaron pero La Mujer parecía reacia y Ella no entendía. Día tras día seguían conversando. Entre las palabras vacías se ahogaban tantas que quería comentarle. Y es que nunca conseguía adentrarse en ella, saber algo más, nada.
Ella miraba su espacio, escuchaba sus canciones y leía sus tablones pero solo encontraba más dudas, mas preguntas que querer hacerla.
¿Como explicarlo? Ella se la imaginaba perfecta, entre su perfume y su gloss rojizo. Escuchaba sus canciones e imaginaba su voz, cantando; suave, firme pero delicada. Soplando las notas en susurros, impregnando con su elegancia cada palabra. Imaginando sus delicados dedos acariciándola. No estaba enamorada, pero su corazón palpitaba constante, acelerado cuando pasaba a su lado; parado cuando la tocaba.
Soñando con ser esa persona en quien La Mujer pensara por las noches. Tumbada en la cama soñaba con ser algo más, con poder traspasar esas barreras invisibles. Soñaba, solo soñaba porque nunca podía ir más allá.
Siempre con la duda, ¿La Mujer qué sentía? Ella suponía que nada.

Comenzaron a hablar, poco a poco, saber más de La Mujer la entusiasmaba. Conectaban, o al menos Ella lo creía así.
Tantas similitudes, tantas cosas parecidas, tantos sueños, pensamientos, esperanzas, sentimientos... Ella se ilusionaba.
Todo era una perdida de tiempo. Ella se enteró de que La Mujer ya tenía pareja, aun que en el fondo eso, no la importaba.

Recordando



Echo la vista hacia atrás y es curioso como pasan las cosas. Es curioso cuan vivos se albergan los recuerdos en nuestra memoria. Aun recuerdo a la perfección tu cama, mis manos, tu cara... y las sabanas.
Dulce amargura, en cuan álgido sufrimiento me sumiste, tan esponjoso, tan suave como seguro que lo son las nubes.
Nadie quiere sufrir, pero el sufrir nos hace sentirnos vivos. Aun me recuerdo, bajo la lluvia y ese fuerte mazazo, constante en el pecho. Presión que te asfixia aun viendo que sigues respirando. Hacía frío y mis ropa estaba calada. Cometí tantas tonterías, por una perra a la que llamé dama. Caminaba a su lado y sabia que no la importaba. Hablaba y llorar era lo único que me quedaba.
Todo se desvanecía, pero era tan brillante. Nunca sentí tanto, nunca me ilusioné de tal manera.
La excitación me abarcaba, cuando caminabas hacia mi seductora. Oh, Persa, que vino con su ejercito a mis Termópilas, atravesando las barreras. El acero era candente, como su mirada; igual la calentura, bajo sus faldas, que con mis manos aliviaba.
Tan triste y tan feliz, mis lagrimas brincaban. No esta más lejos una lagrima de una sonrisa; se juntan en la caída  unidas por la comisura.
Y yo soñaba, y es que el soñar es lo que potencia. Despierta, dormida, en parsimonia, mis neuronas perdidas en una marea de sensaciones, se extraviaron pues todo eran nuevas sensaciones.
No estaba enamorada, mejor, estaba ilusionada. Y es que amor e ilusión van de la mano, pero no tienen por que ir ligadas. La ilusión es más traicionera. El amor mas constante.
Yo no tenía constancia, fue todo tan fugaz, tan efímero. Disfrutaba de ti cada milimetro.
Lo recuerdo tan vivo pese a que hayan pasado tantos años. Y es que cariño, sigo pensando: "que putón". Con la misma definición te sigo catalogando.
Gracias por dejarme ese recuerdo, y la experiencia.
Experiencia, tan codiciada, tan preciada. Se paga y no es barata.